Definitivamente a quienes hemos nacido en este lado del mundo nos han lavado el cerebro desde chiquitos. Nos hicieron creer que viajar estaba bien, mientras fuese a Estados Unidos o los países del continente europeo, pero visitar África solo estaba permitido en el Jungle Cruise de Magic Kingdom o para estudiar en las clases de Estudios Sociales. Incluso, cuando decimos África, ni siquiera entendemos que no nos referimos a un país, sino a todo un continente, con una diversidad de cultura e idiomas.

Cuando en 2014 decidí visitar Tunisia, mucha gente se preocupó. Escuché muchos estereotipos sobre la cultura árabe, desde el terrorismo hasta la manera de ser con las mujeres, todos pensaban en Tunisia como un país tercermundista y para colmo: árabe. Y mientras más cosas decían, más era mi deseo de visitarlo y entender un poco de la historia del Arab Spring.

Tunisia, primer país árabe en practicar la democracia; simboliza la resistencia de un pueblo ante un gobierno corrupto. Representa la unión de todos los sectores para exigir respeto a los derechos de la gente. Y lo lograron. Por eso hoy día, es uno de los países más visitados por turistas europeos que disfrutan sus hermosas costas en áreas como Sousse, el desierto del Sahara en el sur y hasta la nieve y el frío de Kef, en el norte.

Y dicho esto, les cuento que desde que llegué al aeropuerto en Carthage (Sí Carthage, el imperio igual que en la película Gladiator), todos me trataron con mucho respeto y amabilidad. Incluso me sorprendió que algunas personas no solamente hablaban inglés, sino que entendían español, y con orgullo me decían algunas palabras con el acento de España para que me sintiera a gusto.

Obviamente al llegar, me recibió Amin junto a toda su familia. Y luego de casi 16 horas de estar viajando y casi 2 más desde el aeropuerto, llegamos a la casa. Una casa muy bonita, cómoda y acogedora. Cenamos, hablamos, compartimos recordatorios y detalles que había traído desde Puerto Rico. Hicimos un intercambio de palabras en español y en árabe, nos reímos y gozamos un montón.

Lo más que me gustó, es que el propósito de mi visita no era tanto aventurar como turista, sino más bien compartir como familia. No quería quedarme en un hotel donde no pudiera ver realmente la vida cotidiana de las familias en Tunisia. Y quedarme en familia fue la mejor decisión. No importaba el idioma, todos nos entendíamos. Y así, montamos la fiesta familiar. La mamá me trató de enseñar a bailar un poco de bellydancing (pero confieso que no soy buena) y hasta, maestra al fin (igual que mami) trató de enseñarme a pronunciar correctamente algunas palabras en francés (segundo idioma de Tunisia).

Haber tenido la oportunidad de descubrir que no somos tan diferentes, me ayudó a crear conciencia de la importancia de romper los estereotipos y fomentar la integración social. Somos seres humanos que compartimos los mismos valores. Familias unidas, jóvenes que ayudan a sus adultos mayores y risas muchas risas. No cabe duda de que volveré.¿Y tú tienes alguna historia similar? Cuéntame tu historia y únete al movimiento. #SharetheChair#ShareyourStory
Un abrazo,Tania Tamara

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