¡Sí, estoy feliz! Eso precisamente le contestaba a una amiga que comentaba en mis fotos en redes sociales, y a otra colega, que, en un aparte, preguntaba si es que estaba enamorada o había algún galán rondando. “Sí, estoy enamorada. De mí misma, feliz de amarme como soy y de rodearme de personas buenas y emprendedoras”. “Como debe ser”, me contestó con cariño.
Sus palabras me pusieron a pensar. ¿Verdaderamente nos enseñan a amarnos a nosotras mismas? Yo creo que no. Crecemos creyendo el cuento del héroe que nos rescata, y lo tenemos tan metido en nuestra mente, que cuando la vida y sus golpes nos hacen entender la verdad, se siente como un renacer. ¡Así de sencillo! Entonces comprendemos la verdad, descubrimos el amor propio y validamos el hecho de que somos el 100% y no la mitad de nada…o de nadie.
Y poco a poco, entendemos lo importante que es gustarnos a nosotras mismas, premiarnos, confiar en nuestras capacidades y aceptarnos como personas. Es lograr ese balance entre las emociones y la autoestima. Y empezamos a cambiar nuestros hábitos, nos cuidamos más, nos acercamos a nuestros seres queridos, y disfrutamos las cosas sencillas de la vida.
¡Sí, estoy feliz! Porque siento que estoy en esa etapa, y la estoy disfrutando. Y en mi recorrer, he conocido personas extraordinarias que se encuentran en el mismo nivel emocional, y añaden valor a mi vida. Y son esas personas las que quiero mantener cerca, para seguir creciendo y evolucionando.
Una evolución que comienza:
- Conociéndonos: dedicando tiempo para nosotras mismas, e identificando claramente nuestros valores.
- Expresándonos: perdiendo el miedo al qué dirán y siendo libres de decir lo que realmente sentimos.
- Estableciendo límites: aprendiendo a decir que no cuando así deba ser.
- Priorizándonos: liberándonos de la culpa, de querer complacer a todos, y pensar en nosotras.
Parece sencillo y tal vez lo es. Lo difícil es la consistencia y el mantenernos enfocadas. Afortunadamente, siempre existen “personas mágicas” con las que podemos contar y que, con sus palabras, y hasta con sus silencios, nos hacen reflexionar y reenfocarnos. A fin de cuentas, la vida es una y merecemos vivirla en paz y armonía.
Y así me siento. Dejando a un lado la necesidad de controlar y aprendiendo a fluir. Creyendo firmemente que lo que está destinado a ser, será; y llegará en el momento adecuado y naturalmente. Respetando el proceso de los demás, de la misma forma que respeto mis propios procesos.
Y sé que habrá “ups and downs”…pero mientras tanto, continuaré dedicándome a una de mis grandes pasiones: escribir. Y tú, ¿cómo manejas tu salud emocional? Hagamos la costumbre de hablar de esto. ¡Nos lo merecemos!