Maximizar la voz es clave al momento de persuadir y negociar para el éxito.

Desde niña siempre supe que las artes eran lo mío. Con una madre actriz, maestra de teatro y locutora comercial, crecí entre castings, anuncios y casas productoras. Participaba de clubes de oratoria, clases de teatro sabatinas y me encantaba cuando en la escuela nos mandaban a hacer Oral Reports. No hay duda de que mis maestras fueron un éxito y además de maximizar nuestra fluidez en inglés, incentivaron nuestra creatividad.

Recuerdo que cuando pedían voluntarios para leer en clase, era la que levantaba la mano. Y así, con drama y emoción, leía sobre gramática, literatura o hasta historia. Lo importante era leer en voz alta y practicar. Claro que hubo dos o tres bullies. Pero nunca perdí de perspectiva que la actuación y las artes eran mi pasión y siempre me mantuve enfocada.

Luego entré a la Universidad y allí me maravillé de conocer tantas otras personas talentosas. Colegas que hoy día se mantienen activos haciendo Teatro, Cine y algunas son profesoras de Teatro, directoras y productoras. Celebro cada uno de sus logros con alegría.

En mi caso, entré por Drama a la UPR, pero en el camino identifiqué que podía maximizar mi talento estudiando Comunicaciones, así que me cambié a COPU. Allí me sentí como pez en el agua. Sin embargo, cuando había que llenar las index cards al principio del semestre y detallar el área de concentración, no sabía ni qué poner. Me gustaba todo.

En COPU validé mi habilidad para la redacción y para entrevistar. Llegué a pensar que lo mío era Periodismo. Y me encanta. Pero sentía que no era justo tener que escoger una sola área. Así que lo combiné con mis clases de Producción Audiovisual que tuve la suerte de tomarlas en Guadalajara México.

Y fue así, como descubrí mi talento para la locución comercial. Recuerdo que, durante mi tiempo como estudiante de intercambio, a través del International Student Exchange Program (ISEP), un profesor de la clase de Publicidad Radiofónica del ITESO en Guadalajara, me invitó a ser la moderadora de un programa radial de la Universidad. Y me lancé.

Fueron 5 meses de retos y aprendizajes. La comunidad artística mexicana es muy celosa con que una extranjera ocupe estos espacios. Tuve que practicar mucho la dicción y asegurar que se escuchara natural, neutral y no dar excusas a los compañeros de criticar nuestro acento boricua. Afortunadamente, las críticas fueron positivas y me permitieron descubrir que ese sería el camino correcto por seguir.

Luego regresé a Puerto Rico y me capacité en la Academia de Locución ALCANCE del Profesor Manuel Esteban Alegría. Recuerdo que recién me había graduado de COPU. Asistía todos los sábados, por un año, a las clases de locución y practicaba. Y así empezaron a surgir las oportunidades.

Comencé haciendo pro-bono para organizaciones sin fines de lucro. Y poco a poco, mi voz comenzó a escucharse. Hoy día, me honra haber colaborado en proyectos con diversas marcas, organizaciones y compañías; que han confiado en mí para ser la voz de sus campañas y como maestra de ceremonia en sus eventos.

Disfruto este trabajo. Maximizar la voz es clave al momento de persuadir y negociar para el éxito. La locución comercial es mi pasión.

“Compartir la Silla” significa para mí:

· Promover la colaboración entre artistas y compartir talentos

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En solidaridad,

Tania Tamara

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